Carlos Eduardo, un venezolano de 29 años que reside en Chicago, EE. UU., teme ser deportado por su estatus migratorio y por un tatuaje en su pierna, que, según él, lo hace ver como un sospechoso ante las autoridades.
Su miedo aumentó tras ver los videos de los 238 venezolanos deportados a El Salvador y recluidos en el Centro de Confinamiento de Terrorismo (CECOT). La imagen de los detenidos siendo empujados y rapados en la prisión de máxima seguridad lo dejó en shock, al punto de no presentarse a trabajar al día siguiente.
«Fue un trato indigno. Todos tenían cara de miedo», asegura Carlos, quien ahora evita usar bermudas para no mostrar su tatuaje de una serpiente.
Un estatus migratorio incierto
Carlos llegó a EE. UU. hace dos años, tras cruzar El Darién y México con ayuda de coyotes que le cobraron $3.000. Aunque tiene TPS aprobado, este permiso vence en abril y está en proceso de solicitar asilo político.
«Cada vez que veo un uniformado me asusto, así no sea de migración. Me siento perseguido. Salí de Venezuela por la inseguridad y ahora aquí vivo más nervioso», confiesa.
Su angustia también crece por una multa de tránsito que recibió por no respetar un semáforo, un incidente que lo hizo sentirse aún más vulnerable.
Prejuicio y estigmatización
El temor de Carlos Eduardo no solo es migratorio, sino también social. En la pizzería donde trabaja recibe bromas de mal gusto por la creciente criminalización de los venezolanos en EE. UU. y la supuesta vinculación con el Tren de Aragua.
«No todos los venezolanos somos malandros. La mayoría somos trabajadores, humanos, alegres y progresistas, pero nos va a costar mucho quitarnos esa fama de delincuentes», lamenta.
Su madre, angustiada, le ha pedido en varias ocasiones que regrese a Venezuela, pero él no lo considera una opción viable.
📢 ¿Crees que los venezolanos están siendo injustamente estigmatizados? Déjanos tu opinión en los comentarios.
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