Justo en el inicio oficial de la campaña electoral para los comicios del 25 de mayo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) decidió romper su silencio —ese que mantiene cuando se trata de irregularidades— y publicó un comunicado pidiendo una campaña “respetuosa de las leyes”, “centrada en el debate de ideas” y “comprometida con la ética”.
Sí, leíste bien: ética… en Venezuela… en campaña. Todo un ejercicio de ficción institucional.
En su canal de Telegram, donde ahora se comunican los grandes anuncios de interés nacional (porque la página web sigue de vacaciones), el CNE también recordó que los funcionarios públicos deben separarse de sus cargos para hacer campaña. Claro, excepto los gobernadores que van a la reelección, diputados nacionales y regionales, que mágicamente pueden estar en campaña a tiempo completo sin dejar sus oficinas, sus escoltas, ni sus camionetas blindadas.
Mientras tanto, el chavismo ya arrancó con todo: inauguraciones de obras que estuvieron paralizadas por años, entregas de bolsas CLAP que solo reaparecen en campaña, bonos extraordinarios en el sistema Patria, y visitas relámpago a comunidades que no veían un ministro desde la última elección. Pero eso sí, todo en nombre de la gestión, no de la campaña, por supuesto. Puro «amor al pueblo».
Y aunque el CNE exige que no se use la plataforma del Estado con fines electorales, los actos oficiales siguen convertidos en mítines disfrazados, con transmisión en cadena nacional y autobuses llenos de empleados públicos “voluntarios”.
¿Y la normativa electoral? Bien, gracias. El cronograma no ha sido publicado en Gaceta Electoral, el portal web sigue inactivo y los enlaces de capacitación para miembros de mesa llegan por WhatsApp o, con suerte, en cadenas reenviadas por terceros. Transparencia total.
Aun así, el CNE asegura haber cumplido con el 62 % del cronograma (ese que nadie ha visto). Algo así como cuando un estudiante dice que ya hizo más de la mitad del trabajo… pero no lo ha entregado.
El mensaje final del organismo es que esta campaña debe reflejar “pluralidad, respeto y responsabilidad”. Lástima que esa recomendación solo se la toman en serio los que no tienen el poder, ni la chequera del Estado, ni acceso a medios oficiales.
Pero no importa. Lo importante es que el árbitro está atento, vigilante… y siempre dispuesto a mirar para otro lado.
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