Los venezolanos viven sumidos en un profundo temor ante la posibilidad de un nuevo apagón nacional, debido a las constantes fallas en el sistema eléctrico del país. A medida que los apagones se intensifican, los ciudadanos se ven obligados a lidiar con racionamientos diarios y prolongados cortes de luz que ponen en peligro no solo sus electrodomésticos, sino también su bienestar e incluso su alimentación.
En diferentes regiones del país, como Zulia, Lara, Trujillo, Mérida, Táchira, Barinas y Apure, se registran cortes diarios que varían entre 4 y 12 horas. La Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) raciona al menos 1.000 megavatios de energía durante las horas de máxima demanda, equivalente al requerimiento de la capital, Caracas.
Además de estos racionamientos, el sistema eléctrico venezolano también enfrenta limitaciones en su infraestructura de transmisión. La Red Troncal de Transmisión, encargada de transmitir el 80% de la energía demandada por el país, ha experimentado dificultades en los últimos meses. Corpoelec ha dejado de utilizar entre 700 y 900 megavatios de la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, conocida como Guri, con el fin de mantener la estabilidad del sistema, lo que agrava aún más la crisis energética.
La angustia y la incertidumbre se han apoderado de los venezolanos. Yumara Fuenmayor, residente en Maracaibo, afirma vivir con miedo de un apagón general, ya que los anteriores han dejado la comida dañada y en mal estado. Aunque ha pagado sus facturas puntualmente, no ha visto mejoras significativas en el servicio eléctrico, con sus aires acondicionados estropeados en múltiples ocasiones debido a los bajones de tensión.
Esta preocupación generalizada también se observa en otros estados como Caraballeda, Táchira, Lara, Barquisimeto, Bolívar y Miranda, donde los ciudadanos experimentan constantes cortes de luz, daños en sus electrodomésticos y altas temperaturas debido a la falta de energía.
Ante esta situación, los expertos advierten que el sistema eléctrico venezolano está al borde del colapso, con la posibilidad de un apagón prolongado y generalizado. A medida que los racionamientos se vuelven más frecuentes y prolongados, los ciudadanos temen por su bienestar, especialmente aquellos que cuentan con familiares enfermos o dependientes de equipos médicos que necesitan energía eléctrica.
La falta de información oficial sobre las causas y el manejo de esta crisis solo aumenta la incertidumbre y el temor entre la población venezolana. Mientras tanto, los venezolanos se enfrentan a un futuro incierto, esperando que las autoridades tomen medidas concretas para resolver esta grave crisis eléctrica que amenaza con sumir al país en la oscuridad total.
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