Los hospitales en Venezuela se sumergen en un abismo de inseguridad y desolación, enfrentando un cierre técnico debido a la falta de mantenimiento y vigilancia. La infraestructura hospitalaria se desmorona, mientras la violencia y la impunidad hacen estragos entre el personal médico y los pacientes.
El Hospital Dr. José Ignacio Baldó, conocido como El Algodonal, es un símbolo de este desastre. Antaño un bastión de atención médica, ahora yace en ruinas, sus pasillos a oscuras son escenario de robos y agresiones. La escasez de recursos, la falta de personal y la ausencia de vigilancia convierten a estos centros de salud en verdaderos campos de batalla.
La Federación Médica Venezolana alerta sobre un cierre técnico del 80% de los hospitales debido a la precariedad de sus instalaciones y la constante amenaza para el personal médico. La violencia, los asaltos y la falta de recursos básicos como electricidad y agua exponen la desesperada situación en la que se encuentran estos centros de atención.
Informes recientes revelan cifras alarmantes de incidentes violentos dentro de los hospitales, con casos de asaltos, hurtos y agresiones que ocurren a diario. La falta de iluminación y vigilancia convierte a estos lugares en blancos fáciles para la delincuencia, mientras el personal médico lucha por sobrevivir en un entorno hostil y peligroso.
La crisis humanitaria compleja que azota a Venezuela ha golpeado con fuerza al sector sanitario, sumiéndolo en un estado de caos y desesperación. A medida que la situación empeora, el llamado de auxilio del personal médico y los pacientes se pierde en el silencio de un sistema de salud abandonado a su suerte.
Es hora de que el mundo preste atención a esta tragedia humanitaria que se desarrolla en los hospitales venezolanos, donde la vida y la salud están en juego cada día. Es necesario actuar con urgencia para evitar una catástrofe aún mayor y brindar la ayuda que tanto se necesita en este momento de desesperación.
