En una mañana de festividad judía, Israel se vio sacudido por el peor ataque de su historia reciente, perpetrado por Hamás. Miles de cohetes y decenas de combatientes irrumpieron en poblaciones israelíes cercanas a la Franja de Gaza, sembrando el pánico y dejando un rastro de devastación a su paso. En respuesta, Israel ha prometido hacer pagar un «precio sin precedentes» al grupo islamista, desatando una guerra de proporciones inimaginables.
El ataque de Hamás fue de una magnitud y complejidad asombrosas. Los milicianos utilizaron explosivos para romper la valla que rodea Gaza y se infiltraron en 22 localidades israelíes, algunas a más de 20 kilómetros de la frontera. Con un despliegue impresionante de motos, camionetas, parapentes y lanchas, los terroristas palestinos tomaron a tierra, mar y aire para llevar a cabo su incursión inesperada. Enfrentamientos sangrientos entre civiles y soldados israelíes tuvieron lugar durante horas, mientras el ejército luchaba por contener la embestida. Además, se reportaron actos de secuestro, principalmente de mujeres, incluyendo ancianas, que fueron llevadas como rehenes hacia Gaza.
El saldo de esta cruel ofensiva ha sido devastador: al menos 200 muertos y 1.100 heridos en Israel, según el servicio nacional de rescate. Entre las víctimas se encuentran mujeres y niños inocentes. En ciudades como Sederot, situada cerca de Gaza, la escena fue dantesca, con cuerpos tendidos en las calles, automóviles destrozados y personas llorando por sus seres queridos perdidos.
La pronta respuesta de Israel no se hizo esperar. El primer ministro Benjamin Netanyahu declaró que el país estaba «en guerra» con Hamás y ordenó una intensa campaña de bombardeos sobre Gaza. Aviones y drones israelíes atacaron varios edificios residenciales, incluyendo una torre de 14 pisos que albergaba apartamentos y oficinas del grupo terrorista en el centro de Ciudad de Gaza. Aunque Israel afirma haber advertido a los residentes antes de los ataques, no se tiene información sobre posibles víctimas civiles.
Por su parte, en el lado palestino, se reportan al menos 198 personas fallecidas y 1.610 heridas como resultado de los ataques israelíes, según el Ministerio de Salud palestino. Entre los fallecidos se encuentran 58 niños y 34 mujeres.
Hamás no se quedó atrás y desató una lluvia de cohetes sobre el centro de Israel, disparando más de 3.500 proyectiles y alcanzando ciudades como Tel Aviv y sus alrededores. Aunque la mayoría de los cohetes fueron interceptados por el sistema antimisiles Cúpula de Hierro, algunos lograron impactar edificios y vehículos, dejando a dos personas heridas.
Este sábado de violencia extrema ha sumido a los israelíes en el estupor, obligando a muchos a buscar refugio en sótanos y espacios antiaéreos. Se multiplican las preguntas acerca de cómo Hamás logró lanzar una cantidad tan masiva de cohetes y cómo el ejército israelí no pudo prevenir la invasión inicial.
El asalto de este sábado amenaza con desencadenar un conflicto aún más amplio entre Israel y Hamás, dos partes que han chocado en repetidas ocasiones en el pasado. La situación es aún más volátil ahora, ya que el Gobierno de Israel se encuentra bajo presión debido a las fallas en materia de seguridad, y los palestinos están completamente agotados por la ocupación israelí en Cisjordania y el bloqueo en Gaza.
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