Joseph Biden insiste en imponer consecuencias a Irán sin recurrir a la violencia, mientras que Benjamin Netanyahu y su Gabinete de Guerra consideran llevar a cabo una ofensiva militar contra Teherán que podría desencadenar un conflicto sin precedentes en Medio Oriente. Anoche, el secretario de Defensa, Lloyd J. Austin III, dialogó con su homólogo israelí Yoav Gallant para reafirmar la postura de la Casa Blanca, pero la comunicación no logró cambiar la decisión tomada en Jerusalén de llevar a cabo un ataque y definir los objetivos y el momento estratégico.
Tras el ataque de drones y misiles por parte de Irán contra Israel, Biden advirtió a Netanyahu que una respuesta militar podría desestabilizar la alianza que ha construido con ciertos países árabes y llevar a la región a una guerra impredecible. El Presidente de Estados Unidos dejó claro al primer ministro israelí que quedaría aislado frente a la fuerza militar de Teherán.
A pesar de las advertencias de Biden, Netanyahu y su equipo de guerra deciden que las sanciones diplomáticas, comerciales y financieras no son suficientes para responder al ataque de Irán. Por tanto, se reúnen para discutir el alcance de un posible ataque militar contra Teherán. Con la necesidad de apoyo de EE. UU. y la creencia de que es necesario responder a la ofensiva iraní, la política israelí establecerá los objetivos a destruir.
Ante la posibilidad de una reacción militar de Israel, el líder iraní Ebrahim Raisi advierte que cualquier acción contra los intereses de Irán será respondida de manera severa y dolorosa. Mientras tanto, la Casa Blanca espera los resultados de la reunión del Gabinete de Guerra de Israel y planea anunciar medidas económicas y financieras contra Irán durante la conferencia de prensa de Yanet Yellen en el FMI.
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