“Entre alacranes te veas”: Jorge Rodríguez celebra una “paz” que huele a vacío

El jefe del comando de campaña del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, se presentó ante el país la noche del 25 de mayo con su habitual estilo teatral, asegurando que “la paz fue la gran ganadora” de una jornada electoral que, según múltiples reportes independientes, se desarrolló en medio de una participación ínfima, forzada y rodeada de denuncias por coacción y represión.

En rueda de prensa ofrecida antes del pronunciamiento oficial del CNE, Rodríguez afirmó que no se registraron hechos violentos durante el proceso y que supuestos planes de “saboteo y desestabilización” fueron neutralizados gracias a una eficiente actuación de las fuerzas de seguridad. Agradeció al Plan República, a los testigos y, curiosamente, a sectores de la oposición que participaron en las elecciones, incluyendo —en sus palabras— a quienes “en el pasado promovieron el conflicto”.

La ironía no pasó desapercibida: mientras Rodríguez extendía su agradecimiento condescendiente a esa “oposición buena” que aceptó el juego electoral del chavismo —la misma que buena parte del país ha bautizado como alacranes por su papel funcional al oficialismo—, omitía mencionar que líderes como Juan Pablo Guanipa y decenas de activistas y periodistas fueron detenidos arbitrariamente en los días previos. Porque, claro, no hay violencia si los opositores están ya tras las rejas o silenciados antes de salir a la calle.

El dirigente oficialista también lamentó la muerte de dos efectivos del Plan República y un funcionario policial en el estado Apure, tras el naufragio de una embarcación que transportaba material electoral. No obstante, minimizó el incidente e insistió en que “no hubo necesidad de decretar estado de excepción”, porque, según él, el pueblo actuó con “talante cívico”. En un país con más militares que electores en los centros de votación, es fácil lograr jornadas “en paz”.

Rodríguez aseguró que “había gente votando” incluso pasadas las 8:00 p.m., lo cual sirvió como justificación para la extensión de la jornada electoral decretada horas antes por el CNE. Claro está, esa “gente” no apareció en las fotos ni en los videos que circularon durante todo el día, donde centros electorales lucían como desiertos con aire acondicionado.

En su intervención no faltó el habitual ataque al abstencionismo, al que calificó de “estúpido”, ni la sentencia final cargada de épica revolucionaria: “El fascismo quedó enterrado”. Una afirmación difícil de sostener si se considera que el aparato represivo del Estado ha intensificado su accionar en las últimas semanas y que el miedo fue, una vez más, el motor principal de la participación forzada.

Resulta paradójico que en esta nueva temporada de la tragicomedia política venezolana, los “alacranes” ya no sean solo aquellos opositores que entregaron el mandato ciudadano del 28 de julio de 2024, sino también los oficialistas que deben fingir normalidad en un país colapsado, mientras el proceso político se hunde entre toldos rojos, listas de control y una abstención que ni los propios del PSUV pudieron maquillar.

La “paz” que celebra Rodríguez no es más que el silencio incómodo de una nación vigilada, chantajeada y profundamente escéptica. Pero al menos, en medio del vacío electoral, nos queda el consuelo de saber que la fauna política venezolana sigue innovando: ahora tenemos alacranes de todos los colores.

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