Catatumbo arde: coca, frontera y poder en disputa

La región del Catatumbo, en la frontera entre Colombia y Venezuela, se ha convertido en el epicentro de una guerra entre al menos cinco grupos armados ilegales que luchan por el control de un territorio clave para el narcotráfico, el contrabando y la minería ilegal. El ELN, el Frente 33 de las disidencias de las FARC, el Clan del Golfo, Los Pachenca y reductos del EPL mantienen una violenta pugna por el dominio de esta estratégica zona, que concentra más del 17% de los cultivos de coca de Colombia.

La guerra se intensificó desde enero de 2025, dejando un saldo de al menos 135 muertos, más de 67 mil desplazados y una creciente ola de temor entre los 373 mil habitantes de la región, según datos oficiales. Aunque la intensidad del conflicto ha disminuido en las últimas semanas, los enfrentamientos se han concentrado especialmente en el municipio de Tibú, donde el uso de drones con explosivos ha escalado la violencia a nuevos niveles. El caso más trágico ocurrió el 15 de mayo, cuando un niño de 12 años murió tras uno de estos ataques.

El Catatumbo se ha convertido en una pieza geopolítica codiciada. La región ofrece condiciones ideales para el cultivo de coca y una ubicación fronteriza que facilita el tráfico de droga, armas y mercancías ilegales. Además, los grupos armados utilizan el territorio venezolano como retaguardia operativa, según denuncias de organismos como Human Rights Watch y líderes sociales de la zona.

El ELN, principal actor del conflicto, busca establecer un “territorio tapón” entre Colombia y Venezuela, desde Arauca hasta La Guajira, consolidando así su poder político y económico. Analistas señalan que este grupo tiene una estrategia expansionista que incluye afianzar rutas hacia la costa colombiana y reforzar su influencia en Venezuela, donde se le acusa de contar con el respaldo o la permisividad de sectores militares.

Las tensiones se dispararon a principios de año, tras el colapso del pacto de no agresión que mantenía con el Frente 33. La disputa estalló cuando este último, en medio de acercamientos con el gobierno de Petro para una eventual desmovilización, comenzó a ganar apoyo social y a expandirse en áreas dominadas por el ELN. Esta ruptura detonó el actual conflicto.

El panorama es sombrío. Las comunidades temen una guerra de largo aliento, mientras líderes sociales advierten que el ELN no detendrá su ofensiva hasta expulsar a todos los grupos rivales. A la par, otros actores como el Clan del Golfo intentan ganar terreno en la zona, lo que augura nuevos episodios de violencia.

La guerra en el Catatumbo no solo afecta a Colombia. Durante el pico del conflicto, miles de personas huyeron a Venezuela por miedo a quedar atrapadas en medio del fuego cruzado. Aunque del lado venezolano no se han reportado combates directos, sí se registra la presencia de estructuras logísticas de los grupos armados, lo que pone en entredicho la seguridad binacional.

El conflicto también evidencia la fragilidad de los procesos de paz. Los diálogos con el ELN están suspendidos y la desconfianza reina entre los actores. Sin un compromiso real del Estado colombiano, el respaldo de Venezuela y una estrategia integral que incluya presencia institucional, desarrollo económico y justicia, el Catatumbo seguirá siendo escenario de una guerra que parece no tener fin.

¿Qué opinas sobre esta guerra olvidada en la frontera colombo-venezolana? Déjanos tu comentario.

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